Meta Circular

3° Medio – Educación ciudadana

¿Cómo puedo reusar cosas que aún están en buen estado pero que ya no uso?

La economía circular es un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende.

En la práctica, implica reducir los residuos al mínimo. Cuando un producto llega al final de su vida, sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible. Estos pueden ser productivamente utilizados una y otra vez, creando así un valor adicional.

Contrasta con el modelo económico lineal tradicional, basado principalmente en el concepto “usar y tirar”, que requiere de grandes cantidades de materiales y energía baratos y de fácil acceso. La obsolescencia programada contra la que el Parlamento Europeo pide medidas es también parte de este modelo.

Los juegos de mesa no sólo son actividades de distensión y ocio para la familia, sino que permiten satisfacer la necesidad humana de expresar la propia imaginación, curiosidad y creatividad.

El juego Meta Circular, es un campo de experimentación en que estamos probando todos nuestros recursos: emocionales, de conocimiento, de planificación, habilidades sociales, y todo esto en un entorno seguro. Además, nos puede ayudar a mejorar la concentración, el respeto a las normas, la capacidad de análisis, el reforzamiento de conceptos, el trabajo en equipo y la entretención sin tecnología, entre otras acciones que promueven un descanso en la salud mental de la familia.

Invitar a la reflexión sobre los distintos aspectos de la producción y disposición final de los productos que consumimos, entendiendo que a través de diferentes acciones podemos aplicar la economía circular a nuestro día a día.

Mini agricultura urbana

3° y 4° Medio – Ciencias para la ciudadanía – Ambiente y sostenibilidad

¿Cómo puedo cultivar mis propios alimentos en un espacio reducido y de manera sostenible?

La producción propia de alimentos ha cobrado relevancia pública en el mundo y constituye un compromiso con nuestro bienestar y la apuesta por un futuro más equitativo. Este es el mensaje de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tras declarar el 2014 como el “Año Internacional de la Agricultura Familiar”. De acuerdo con la perspectiva de la Soberanía y Seguridad Alimentarias, la Agricultura Urbana comprende la producción de hortalizas, frutales y animales de granja a escala familiar y comunitaria. Al evitar el uso de agroquímicos, esta actividad resulta sustentable y beneficiosa para el hábitat en general. Asimismo, la producción de alimentos en la ciudad favorece el uso eficiente del agua, la energía y el suelo y ayuda a ahorrar energía, ya que productores y consumidores están más cerca entre sí. En esa línea, las huertas en contenedores también permiten reutilizar muchos materiales inorgánicos y orgánicos que suelen desecharse en los hogares. Las huertas urbanas también podrían ayudar a aprovechar mejor el agua, evitar inundaciones, amortiguar el impacto de las altas temperaturas y construir un refugio natural para la flora y fauna autóctonas. Y hasta, incluso, se presentan como un medio para recuperar los saberes de nuestros antecesores y compartirlos con las nuevas generaciones. De este modo, la producción de alimentos agroecológicos en nuestra casa significa que podemos ser responsables del sustento propio. 

Las rocas y minerales están presentes en todo nuestro entorno, ya que son parte de la capa sólida llamada litósfera (nuestro suelo), desde donde se levantan las montañas. Es por esto, que si encontramos un cuarzo o piedra en la playa, podríamos saber dónde nació y cuál ha sido su largo viaje para llegar hasta allí. Las rocas son en su origen parte de las montañas, pero con el tiempo se separan de ellas sufriendo cambios físicos en su camino, por ejemplo, arrastradas por el agua que baja por los ríos. Muchas de estas rocas se fragmentan en miles de partes, para que más tarde, algunas se vuelvan a unir entre sí para crear una nueva roca. También, se pueden adherir a minerales, incluso encapsular insectos o plantas convirtiéndolas en fósiles, hasta finalmente terminar su viaje en el mar. La ciencia que se dedica al estudio de las piedras y minerales que nos enseña todo lo anterior, es la Petrología, que es parte de la disciplina de la Geología.

Desde la antigüedad, las piedras y minerales han sido usados por la humanidad, como parte del desarrollo tecnológico, por ejemplo, en el periodo Paleolítico (la Era de la piedra), en que se crearon las primeras armas para la caza como lanzas o cuchillos a base de rocas, y también, los primeros utensilios para comer como platos o vasijas. En el periodo Neolítico, se comenzaron a mezclar diversos minerales para crear aleaciones metálicas que permitieron mejorar la producción de artefactos en la prehistoria. De hecho, las formas de escritura más antiguas que existen, fueron hechas en roca y sobre esto es muy conocido el descubrimiento de las tablillas pictográficas de Mesopotamia y los jeroglíficos egipcios.

También desde estas eras antiguas, muchos minerales y piedras preciosas han sido ocupadas para rituales religiosos, estudios de astronomía, astrología y ciencia. Como vemos, este tipo de material natural que nos proporciona la litosfera, nos han acompañado en nuestra historia desde los orígenes.

Conocer diversas formas de realizar huertos urbanos usando materiales reciclados. De esta forma los estudiantes y docentes podrán trabajar juntos y explorar los alimentos saludables desde el hogar, y la sustentabilidad para una independencia alimentaria.

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