3° y 4° Medio – Ciencias para la ciudadanía – Ambiente y sostenibilidad
¿Cómo puedo cultivar mis propios alimentos en un espacio reducido y de manera sostenible?
La producción propia de alimentos ha cobrado relevancia pública en el mundo y constituye un compromiso con nuestro bienestar y la apuesta por un futuro más equitativo. Este es el mensaje de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tras declarar el 2014 como el “Año Internacional de la Agricultura Familiar”. De acuerdo con la perspectiva de la Soberanía y Seguridad Alimentarias, la Agricultura Urbana comprende la producción de hortalizas, frutales y animales de granja a escala familiar y comunitaria. Al evitar el uso de agroquímicos, esta actividad resulta sustentable y beneficiosa para el hábitat en general. Asimismo, la producción de alimentos en la ciudad favorece el uso eficiente del agua, la energía y el suelo y ayuda a ahorrar energía, ya que productores y consumidores están más cerca entre sí. En esa línea, las huertas en contenedores también permiten reutilizar muchos materiales inorgánicos y orgánicos que suelen desecharse en los hogares. Las huertas urbanas también podrían ayudar a aprovechar mejor el agua, evitar inundaciones, amortiguar el impacto de las altas temperaturas y construir un refugio natural para la flora y fauna autóctonas. Y hasta, incluso, se presentan como un medio para recuperar los saberes de nuestros antecesores y compartirlos con las nuevas generaciones. De este modo, la producción de alimentos agroecológicos en nuestra casa significa que podemos ser responsables del sustento propio.
Las rocas y minerales están presentes en todo nuestro entorno, ya que son parte de la capa sólida llamada litósfera (nuestro suelo), desde donde se levantan las montañas. Es por esto, que si encontramos un cuarzo o piedra en la playa, podríamos saber dónde nació y cuál ha sido su largo viaje para llegar hasta allí. Las rocas son en su origen parte de las montañas, pero con el tiempo se separan de ellas sufriendo cambios físicos en su camino, por ejemplo, arrastradas por el agua que baja por los ríos. Muchas de estas rocas se fragmentan en miles de partes, para que más tarde, algunas se vuelvan a unir entre sí para crear una nueva roca. También, se pueden adherir a minerales, incluso encapsular insectos o plantas convirtiéndolas en fósiles, hasta finalmente terminar su viaje en el mar. La ciencia que se dedica al estudio de las piedras y minerales que nos enseña todo lo anterior, es la Petrología, que es parte de la disciplina de la Geología.
Desde la antigüedad, las piedras y minerales han sido usados por la humanidad, como parte del desarrollo tecnológico, por ejemplo, en el periodo Paleolítico (la Era de la piedra), en que se crearon las primeras armas para la caza como lanzas o cuchillos a base de rocas, y también, los primeros utensilios para comer como platos o vasijas. En el periodo Neolítico, se comenzaron a mezclar diversos minerales para crear aleaciones metálicas que permitieron mejorar la producción de artefactos en la prehistoria. De hecho, las formas de escritura más antiguas que existen, fueron hechas en roca y sobre esto es muy conocido el descubrimiento de las tablillas pictográficas de Mesopotamia y los jeroglíficos egipcios.
También desde estas eras antiguas, muchos minerales y piedras preciosas han sido ocupadas para rituales religiosos, estudios de astronomía, astrología y ciencia. Como vemos, este tipo de material natural que nos proporciona la litosfera, nos han acompañado en nuestra historia desde los orígenes.
Conocer diversas formas de realizar huertos urbanos usando materiales reciclados. De esta forma los estudiantes y docentes podrán trabajar juntos y explorar los alimentos saludables desde el hogar, y la sustentabilidad para una independencia alimentaria.